lunes, 2 de noviembre de 2015

El samaín y sus origenes celtas.

Samaín es una celebración de origen celta que el cristianismo reconvirtió en el Día de Todos los Santos pero lo cierto es que el origen y la esencia de esta celebración es celta y pagano. Esta fiesta llevaba unas décadas olvidada, pero en los últimos años se está volviendo a recuperar gracias al trabajo realizado en las escuelas y en varios ayuntamientos de Galicia. 
    La noche del 31 de octubre comienza el Año Nuevo celta, acaba el verano y entra el invierno. En esta noche las ánimas de los muertos atraviesan la puerta que separa el mundo de los vivos y de los muertos y visitan las casas de sus familias para calentarse y tomar algo de alimento. El calendario celta dividía el año en dos partes, la mitad oscura comenzando en el mes de Samonios (lunación octubre-noviembre), y la mitad clara, a partir del mes de Giamonios  (lunación abril-mayo). Se consideraba que el año empezaba con la mitad oscura, así Samonios se convertía en el año nuevo celta. Todos los meses comenzaban con la luna llena y la celebración del año nuevo tomaba lugar durante las «tres noches de Samonios», la luna llena más cercana entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Las lunas llenas marcaban el punto medio de cada mitad del año durante las cuales se celebraban festivales. El calendario de Coligny marca la luna de pleno verano, sin embargo, omite la de pleno invierno. El calendario fue diseñado para alinear las lunaciones con el ciclo agrícola, y la posición astronómica exacta del Sol se consideraba menos importante.

En la Irlanda medieval, Samaín permaneció como la principal festividad, celebrada con una gran asamblea en la corte real de Tara, durando tres noches, consistente con el testimonio galo.
La festividad céltica del Samaín se describe como una comunión con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha, tenían autorización para caminar entre los vivos, dándosele a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados muertos. El Ciclo de Ulster está salpicado de referencias al Samaín. Muchas de las aventuras y campañas emprendidas por los personajes comienzan en la fiesta de la noche de Samaín.  Esta fiesta de los espíritus era una de sus fiestas principales, pues celebraban lo que para los cristianos sería el «cielo y la tierra» (conceptos que llegaron solo con el cristianismo). Para ellos el lugar de los espíritus era un lugar de felicidad perfecta en la que no había hambre ni dolor. Los celtas celebraban esta fiesta con ritos en los cuales, los sacerdotes druidas, sirviendo como medium, se comunicaban con sus antepasados esperando ser guiados en esta vida hacia la inmortal. Se dice que los «espíritus» de los ancestros venían en esa fecha a visitar sus antiguos hogares.




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